MIAMI – Su agua sabía a centavos oxidados; la pizza de pepperoni como cartón metálico.
Cuantas más sesiones de quimioterapia recibiera Monica Faison-Finch, más rápido le rendirán sus papilas gustativas. Con el tiempo se volvió más y más delgada a medida que disminuye su apetito. Todo lo que tocó su lengua era insípido.
«Cuando probé la fruta milagrosa antes de mi comida, mi vida cambió», dijo Faison-Finch, que estaba siendo tratada por cáncer cervical. “Fue como la primera vez que probé comida en unas cinco o seis semanas. Era como si estuviera teniendo mi primera comida «.
La fruta milagrosa (Synsepalum dulcificum), que crece en un pequeño árbol esmeralda, es una baya roja nativa de Ghana. La gente ha sabido durante siglos que comer la pequeña fruta tropical, del tamaño de una gran gominola, afecta la forma en que sabe la comida. Los científicos dicen que la fruta une los receptores de sabor en la lengua. Después de comer solo una baya, los sabores de los alimentos que come una persona en la próxima hora se mejoran enormemente.
Pero entonces, ocurrió un milagro.
Los limones saben a limonada, las fresas como si fueran esteroides.
Los hermanos de la granja Erik y Kris Tietig, propietarios de la Granja de Frutas Milagrosas en Redland, Florida, han donado cientos de miles de dólares en frutas milagrosas a pacientes con cáncer en hospitales locales, organizaciones benéficas y universidades de investigación desde 1972.
A lo largo de las décadas, a medida que la fruta se hizo más popular, más personas comenzaron a solicitarla y las órdenes se volvieron demasiado voluminosas para manejar. Fue entonces cuando los hermanos, que crecieron en la granja de sus padres, Pine Island Nursery, construyeron una granja separada para cultivar, vender y donar la fruta en grandes cantidades.
«Somos llamados y visitados por personas en uno de los momentos más difíciles de su vida», dijo Erik Tietig, de 40 años. «Cuando podemos ayudarlos con la fruta milagrosa, enmascarar esa sensación metálica y realmente disfrutar de una comida, es realmente una pequeña victoria «.
«Una de las quejas más comunes hoy en día con nuestros pacientes es el sabor metálico muy fuerte que se produce en la boca de los pacientes que se someten a tratamientos», dijo el Dr. Mike Cusnir, director de medicina del Centro Integral de Cáncer Mount Sinai en Miami Beach.
En los últimos seis meses, los hermanos sacaron a la venta incluso pastillas de la fruta milagrosa.
Su éxito en traer la fruta al sur de la Florida ha roto barreras. Los pacientes de cáncer adoran la fruta y afirman que les ha dado nueva vida durante sus momentos más difíciles.
Faison-Finch pudo tolerar de nuevo el olor de la comida; su esposo ya no tuvo que cocinar afuera de la casa. Lynne Guadamuz, vecina de Homestead, dijo que pudo beber agua e ingerir los nutrientes que necesitaba. Carol Sheppo, de Vero Beach, dijo que el espagueti con albóndigas le sabe de nuevo a lo que tienen que saber: a espagueti con albóndigas.
Cusnir dijo que uno de sus pacientes le presentó la fruta en su oficina. Dijo que estaba sorprendido de que los investigadores no estuvieran haciendo mucho con la revelación de que la fruta puede mejorar el sabor, que «ha sido una queja tan común de nuestros pacientes durante décadas».
Después de perder a un familiar por cáncer hace unos años, los Tietig estaban decididos a ayudar a las personas a combatir la enfermedad. Se encontraron cara a cara con la realidad de que los pacientes a menudo sufren náuseas extremas y aversión a comer y, como resultado, luchan con la pérdida de peso no deseada.
“Me abrió de nuevo todo el sabor de la comida, y la vida”, dijo Sheppo.
“La fruta milagrosa no es una moda pasajera. No cura el cáncer ni ayuda a prevenir el cáncer «, dijo Erik Tietig. «Pero lo que hace es ayudar a aliviar los terribles síntomas de la quimioterapia de una manera muy real e inmediata».
«La gente sabía que lo teníamos de boca en boca, pero a lo largo de los años, pasamos de personas que llamaban una docena de veces al año a docenas cada día», dijo Erik Tietig.
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